lunes, septiembre 07, 2009

Chinoy.


La convocatoria era de Manuel García, y otros, Camila Moreno incluida. La idea era reunirse en torno a lo mapuche: protestar por el trato hacia los dirigentes mapuche, juntar dinero y alimentos para los niños mapuche.
Yo sólo sabía que iba a cantar Chinoy, y que desde hace meses que lo quería ver en compañía de mi Etxe, ojalá con Verita también, para que se conocieran entre ellos y tener a mis dos amores reunidos por fin.
Llegamos con Etxe de los primeros, consultamos al guardia del cerro que nos dijo que subiéramos. Subimos pero no llegamos a nada, es decir llegamos pero no había nada, ni llegaba nadie más. Luego fueron llegando, a pie la mayoría, otros en auto, las chicas todas naturales, pelos lacios o ensortijados, con lanas, bototos, los hombres de negro, abrigados todos, en torno a los paraguas exigidos más que nunca.
Ya era la hora, y no se sabía nada, se asumía que no iba a hacerse, que seguro la lluvia lo echó abajo. Empezamos a conversar con los demás, todos estábamos en lo mismo, ninguno quería renunciar a la posibilidad de verlos, de escucharlos.
Entonces apareció. Una camioneta blanca, con tres tipos encima. Bajo la lluvia que en ese minuto caía con fuerza. Y eran ellos, los lindos. Venían bajo la lluvia, con sus guitarras, su cuatro, su bombo. Manuel García dijo: hay concierto, y antes se hará un ritual mapuche. Nos volvió el alma al cuerpo.
Yo ya estaba empapada, los pies me rezumaban, el viento me cortaba la cara, tiritaba a ratos pero no aflojaba en mi afán por escuchar, sobre todo a Chinoy. En persona, directamente, a un metro de mí, humilde y quitado de bulla, uno no se puede creer que ese menudo cuerpo contenga a tan feroz animal poético, al nuevo trovador chileno, es como imaginar que en un átomo quepa tanta energía, pero así es. Él es Chinoy, el que anda con la guitarra en ese estuche duro, el que anda con esa chaqueta fashion, y esos bluyines ajustados a sus piernas delgadas.
El ritual mapuche fue mágico, lo que es ser redundante, para mí todo lo mapuche lo es, partiendo por el mapuduzún. El agua caía con más fuerza cuando el machi decía ciertas palabras, la naturaleza entendía su lenguaje ancestral, y nosotros íbamos girando a la izquierda saludando los cuatro puntos cardinales.
Luego pasamos al concierto, a plena lluvia, plena, plena lluvia. Empezó Manuel. Mientras, unos pocos se afanaban en prender una fogata, Etxe se reía de sus intentos “¿fuego bajo la lluvia? Jamás”. Pero sí, si fue, se encendió una inmensa fogata en el centro, mientras Manuel cantaba junto a nuestras voces Témpera. Luego vino él. Chinoy empezó de inmediato con esa voz tan única, exigida, casi punk, totalmente marca personal e intransferible. Y qué decir de las letras. No dejaba de sorprenderme la cantidad de gente, éramos pocos al principio pero fuimos creciendo, alrededor del fuego eran tres vueltas por lo menos, al menos 100, todos escuchando de primera mano todo.
Camila Moreno era quizá la más entusiasta, la que más cantó sin paraguas, encorvada sobre la guitarra sacándole notas y rasgueos increíbles al instrumento. Camila, Manuel, Chinoy, y al final una chica llamada Fabiola que tocó “un rap con guitarra”.
Manuel y Camila tocaron canciones nuevas, Manuel a capella, con nuestras palmas apoyándole, Camila con guitarra. Artistas sencillos de música nada de sencilla, con entrega inconmensurable al momento único que se formó entre los que asistimos.
Van a pasar los años y no lo olvidaré, jamás. No creo que ninguno de los que fuimos, incluyendo a los artistas, lo olvide. Yo estuve ahí, fue como estar viendo a la Violeta Parra, como viendo a Víctor en vivo y directo, como lo hicieron aquellos privilegiados en esos años mágicos en que Chile se soñaba con guitarra campesina y proletaria.
Luego la despedida, hora y media luego de empezar a empaparnos, fue con Víctor Jara, Amanda corriendo a la fábrica donde trabajaba Manuel…
Es tan lindo que me esfuerzo por explicarlo, y no me alcanza la palabra. Lo escribo porque no me cabe en el pecho, como casi todo lo que escribo. Cómo me hubiese gustado que hubieran estado ustedes ahí, conmigo y Etxe, mojándose del agua y mojándose del canto, Canto Nuevo-Nuevo, maravilloso, chileno, nuestro.

2 comentarios:

EnxDecadencia dijo...

ola bueno gracias por relatar de esa manera lo que aconteció, yo también estuve alli y comparto todas tus palabras y silencios de la lectura. Ese día fue mágico. y yo les dije lo mismo a un amigo al ver a manuel, chinoy y camila juntos parados bajo la lluvia se me vino a la mente victor y violeta.

si tienes fotos o videos favor comunicar
alonso.-@hotmail.com

o facebook Alonso Izzat Carvajal Álvarez

la que escribe dijo...

lo escribí (ahora me doy cuenta),no sólo porque no me cabía en el pecho como todo o casi todo lo que escribo, sino para no olvidarlo.
lo acabo de leer después de un tiempito, y lo volví a ver al chinoy,
volví a ver la guitarra que camila tocaba mientras la lluvia le rebotaba con furia (a la guitarra, que encima la linda ponía casi perpendicular al piso y yo calculo que quedó con algunos ml. de agua de lluvia dentro).
volví a recordar que cuando exte dijo que era imposible el fuego bajo la lluvia le dije - espérate no más que son mapuche, ya vai a ver...