viernes, julio 27, 2007

I Love Ciudad Antestesia (and I hate it)

Graffiti, el lenguaje de la niebla, el culto al gris, la ciudad como fondo e inspiración, el grito desde lo profundo, el trabajo incesante, exigente, que parece no notarse al ver esos trazos sutiles.

Ni idea de arte, pero hay varios graffiti que me encantan, que son como puentes frágiles, que se sostienen de la misma viga, que comparten, por tanto, el alma, que se alimentan del mismo fruto, diría yo, un fruto difícil de digerir a veces, que intoxica para siempre de una sed, de una búsqueda.

Me encanta Ciudad Anestesia, es una contradicción, y no me importa, yo misma soy una contradicción, yo, que debía ser otro, y sin embargo soy yo. Me encanta, sobre todo vagar: la ciudad se me presenta enorme, agresiva, con buses que lo cambiaron todo de un plumazo, que hacen que todo apriete los dientes, que agregan aún más incertidumbre, más espera y más soledad. Acá, no saber para dónde va la micro es una expresión de incertidumbre existencial, de orfandad ontológica, comparable a la expresión perder el norte, y yo, que soy del norte, del norte del sur, si se entiende, comprendo perfecto que ahora, en Ciudad Anestesia todos estamos más o menos en lo mismo. No es que no sepamos para dónde va la micro (acá se les dice en femenino, aunque por supuesto debiera decirse el micro, el microbús, aunque de micro no tienen nada los enormes bicharracos articulados), a veces sabemos para dónde va. Lo que no sabemos nunca es si ha de pasar o no, y, lo más importante, si ha de detenerse y abrir sus fauces o sus agallas para filtrarnos, desesperados, en el inútil intento por llegar a algún lado. Tampoco sabemos si estamos o no en el paradero correcto y lo único que nos queda es observar o preguntar, y si preguntamos, pues inevitablemente nos vamos haciendo amigos, porque estamos, como dije, todos en lo mismo, apretando contra el estómago una estúpida tarjetita electrónica donde pagamos por adelantado, de manera disciplinada, el servicio humillante que nos brindan.

Con todo eso, la anestesia de Ciudad Anestesia está aseguradísima, ante tal perspectiva es complicado sonreír, pensar en poesías, o en frutos que nos intoxican de una sed de belleza y trascendencia.

Nada, estamos así, en pause, en stand by, esperando por, ateridos, porque justo ahora el clima se nos puso durísimo, con la temporada más fría en años y años, y entre el frío y la espera nos vamos anestesiando, nos vamos olvidando que llevamos luz adentro, que alguien nos necesita (aunque ese alguien seamos nosotros mismos) estamos así, congelados sintiendo poco o nada, lejos de todo, sobre todo de nosotros mismos.

Y de pronto, en este deambular de paradero en paradero en busca del bicharraco articulado que probablemente me deje en la plaza de Maipú, me tercio con estos graffiti y me dan ganas de llorar de pura belleza, de tomar yo misma los spray y dejarlo todo manchado del oscuro animal que me aprieta el alma, el alacrán verdoso que me atenaza, a ver si por un rato me suelta y él también toma un color (verde, por favor, pero no agua) y hace un garabato que quizá no sea tan garabato, pobre alacrán verdoso.

Todo de noche, por supuesto, que de día me asusto menos. En la próxima les cuento acerca de mis salidas de día, mucho más caminadas y menos dependientes de bichos articulados. Y quizá les muestre un graffiti hecho por mí, en honor a la ciudad anestesiada.

lunes, julio 23, 2007

ciudad anestesia

Lo que más cuesta es mostrarse. Por eso voy oculta en la niebla. Por eso amo el invierno, sobre todo en las noches y en las mañanas. Me levanto con la niebla, me oculto. Tiemblo de pensar en que alguien me llegue a tocar. Como la niebla, lo rozo todo, pero nada me toca, el calor me disipa. Así deambulo, con frío, con miedo. De pronto veo cuerpos y deseo, de verdad deseo, correr y chocar con ellos, pero me acuerdo, y entonces vuelvo a ser niebla, vuelvo a ser rincón, margen.

Cuando era joven, escribía sólo en los márgenes. Es cierto, en mis cuadernos ordenaba, de manera siempre difícil, las materias que en ese tiempo me enseñaban o aprendía, pero lo importante eran los márgenes. Escribía sin darme cuenta, como siempre, o como casi siempre, en los márgenes, oculta de mí misma, al fin refugiada. Ahí podía, el margen era el espacio perfecto para lo que yo no permitía ser. Más bien, en el margen yo me deslizaba sin drama, en el margen nada era áspero, digamos que podía fluir. Ahí el lenguaje tenía un sentido que antes no tuvo, que jamás tuvo y yo miraba al resto de la clase sabiendo algo que nadie más sabría, lo que tenía en los márgenes era mi mayor tesoro, mi mayor secreto, había allí un pacto que ellos no habían firmado con sangre, como yo, que desde que la vi, quedé prendada de ella, de la palabra, la muy puta.

Así que ahora voy oculta en la niebla. Eso es todo, aunque, por supuesto, es sólo el principio de todo, más bien.

Desde la niebla en la que he estado he buscado redimirme, reconciliarme, y he recibido bastantes bofetadas, y he tenido todo congelado adentro, y no he podido siquiera rozar los gritos en la cabeza, y ha sido todo (por supuesto) difícil, claro, difícil, y se me ha enredado el deseo con el dolor y con los muros contra los que choco, porque ahora la cosa es simple, animal, y sin embargo, es más difícil todavía, porque el cuerpo que yo quiero, me quiere a veces, y eso es casi peor a que no me quisiera nunca, y los otros, bueno, son simples otros, cuerpos de quienes he intentado amar por esos breves minutos, enternecida de lo feroz de su propia herida, porque yo de heridas sé suficiente como para llenar mucho más que las 240 páginas de mi novela. Y no sé si es mejor estar anestesiada, vivo en Ciudad Anestesia, donde todos van dormidos o muertos, donde los sueños apenas aparecen en unos hermosos graffiti incomprensibles para quien los mire desde la anestesia, y esos graffiti me dicen que, como yo, hay varios ocultos en la niebla, que, como yo, hay varios que seguro sufren, respiran y quiera Dios que amen, también.

Yo no amo, es decir, amo a mis amigos (Etxe, Pom, Veritas, a mi ex vecina que me abandonó, y los otros, no nombrados, a los que de seguro mandaré esto en un link). Me refiero a ese amor que antes me visitó dejándome descalabros no menores.

Sueño con Eo, que le entrevistan, un tipo muy joven, supuesta promesa del periodismo serio en pro de la literatura. Eo dice “todos los días temo morir”. Con esa frase titulan su entrevista. Dice cosas muy bellas, muy de Eo, honestas, desnudas, como suele ser él, el señor-lenguaje-correcto. Pero el título la caga. Lo llamo para decirle eso, que la entrevista muy bien, pero que el título, y él contesta que qué quiero, que es cierto, que no puede sacarse la muerte de la cabeza.

No sé porqué sueño tanto con Eo, creo que le quiero sinceramente, le tengo un cariño muy grande, me importa mucho saberlo feliz, pero no es tan cercano a mí, creo, como para merecerse tantos sueños de mi parte. He soñado con la señorita actriz, con el Etxe, incluso con Anto. Pero con Eo sueño muy seguido. No encuentro el menor sentido a ello, pero bueno, los sueños no suelen tener mucho sentido, por algo son sueños.


Quizá él represente en mí al lenguaje, mal que mal no he conocido a nadie en Chile que hable mejor, de manera más correcta (que haya nacido en Chile, digamos, porque los peruanos… en fin, ya he hablado de eso en otras partes). Quizá el lenguaje tema morir. Me da ataque de risa esa explicación, pero no es tan descabellada, después de todo. El pobre lenguaje, reducido a su condición humillante de ser mala copia de otros lenguajes (“hacer sentido”, “terapista”, “tributo a…”) o de sí mismo, con todo el malevo tratamiento de la ortografía, la flojera de demorarse en pensar, en ordenarse un poco, en hacer de él una fiesta.

Leo a Neruda. No tanto porque me guste, si no porque lo tengo conmigo. Y porque, ahora lo noto, me encanta esa cosa desparramada con que trata a la palabra, sin el menor respeto nos deja manchados para siempre de todo tipo de colores, olores, sabores. Nos cuenta el mundo desde sus ojos-Neruda y de inmediato el mundo cambia y nos queda para siempre así, nerudiano, cósmico, telúrico, y definitivamente, más entretenido. Parecido a lo que sucede cuando uno se topa de frente con unos de esos graffiti.

Dedicado a todos los que me han tocado, y a todos los artistas que, armados de colores, pintan Ciudad Anestesia.


lunes, julio 16, 2007

dieciséis de julio

No sabes cuánto se te extraña en la ciudad que despreciaste, en las calles de pronto tan frías, como si el frío fuese un castigo de tu ausencia, como si así se te extrañara menos, Vero, Veritas, las calles se sienten espantosas cerca de donde antes vivías, Ñuñoa ha perdido la mitad de la gracia, te la llevaste a la France, y te fuiste, sin el menor asomo de duda ni arrepentimiento, te fuiste tan entera, tan segura, así no más fue que te fuiste, y yo, la tonta, todavía de pronto armo viajes a verte, a tu casa, y antes de un segundo me acuerdo que te fuiste, que más encima te casaste (ahora eres una señora, joder), que ni sé parlotear francés, que apenas me desenredo en inglés, y me da risa enterarte que ahora y por tiempo indefinido tus cumpleaños han de ser feriados en honor a vos, aunque oficialmente se dice que es en honor de la virgen del Carmen, y que por eso, y de manera extraordinaria, hoy estoy en casa, a solas porque el crío se lo llevó el padre por unos días de vacaciones, y por eso, y repito, de manera extraordinaria, toco el teclado para tejerte unas palabras en espera que esto supla mi ausencia en tu cumpleaños que espero haya sido tremendamente lleno de amigos, de risas, de copete, mientras acá todo el día te he recordado supongo que junto a varios, claro que no se nos ocurrió juntarnos a echarte de menos, tan sólo lo hicimos por separado, y espero que la hora en Francia esté lo suficientemente corrida como para que esto te llegue como te llegaron hace un año las rosas del que ahora es tu marido, claro que estas son palabras, las palabras de la que las tiene todas en la punta de los dedos, es decir, yo, la que escribe, y que por eso esto está en tu correo y también en mi blog, a ver si alguien más se acuerda y dice “verdad que hoy está de cumpleaños la Verito” y te saluda, a la distancia, que no nos queda otra, y viva Chile, mierda, y saludos a Eric, y que sean muy felices.