lunes, julio 10, 2006

Tengo amigos bloggers. Uno de mis más amigos ahora se puso blogger también, y tengo amigos que escriben sus blogs, sin saber de mí más que uno que otro comentario que les dejo, con mi nick blogger. El favorito es Baturrico, que escribe en www.fromhaiti.blogspot.com y que me hizo reír hasta el calambre con un comercial de la TV haitiana para un producto que no puede ser más básico: el poderoso PINODOL que, en francés y todo, me convenció de comprarlo, amigos. PINODOL, en esa página, un comercial (en video) que recomiendo a todos los deprimidos que me pillo en el msn, por su inconfundible aura de comercial tercermundista. Me recordó la época en que vivía en el norte y me llegaban por el cable los spots publicitarios del Perú, que eran francamente para la risa, aún me río al recordar uno de un detergente de propiedades mágicas (su espuma despedía haces de luz desde el fondo de un balde donde se remojaban las ropas). O el de una Financiera, en que un señor, al saltar de un lado a otro de la pantalla, duplicaba automáticamente su dinero, por el sólo hecho de haberla puesto a resguardo en dicha institución. Mi hijo y yo tenemos debilidad por los comerciales, tanta que de pronto me da por pensar que, cuando grande, mi retoño se ha de ganar la vida haciendo comerciales, por el sólo gusto de poner en pantalla ideas delirantes para productos fantabulosos (mezcla perfecta entre fantásticos y fabulosos, neologismo usado por mi pequeño lector).Mención especial son aquellos en que se usan animales para convencer de comprar en tal o cual supermercado (el perro lavando los vidrios, por ejemplo), o de comprar tal o cual gas (los raperros a mi hijo lo hace dar gritos de felicidad). Ah, y qué decir del uso de la tecnología al servicio del ritmo como el del auto que se transforma (exacto como los Transformers) en un eximio bailarín. Ése comercial es simplemente una obra de arte.
Baturrico trabaja para las Naciones Unidas, al menos eso se entiende al leerle el blog, que va íntegro en un perfecto español, para que sepan. Y pone fotos muy buenas. La última entrada que le vi, una foto aérea de la ciudad donde ahora reside, Gonaïves, en la vieja y negra Haití.
En fin, el mundo blogger... en general los blogs que leo no me gustan ni me seducen más allá de una lectura al azar, que me brinda blogger (es cosa de pinchar en next blog, y ya está). El otro día, por msn, me dijeron que mi blog era sustancioso, que era muy diferente a los otros blogs que se veían, y es posible, en general el blogger tiene dos grandes defectos, que en verdad, considero virtudes blogger, a saber: un ego descomunal, y la insana tendencia a dar diversas opiniones encumbrado en la más alta cima de su susodicho ego.
No está mal, son las reglas del juego, pues, señores, escribir un blog sólo se le puede ocurrir a quien quiera decir algo sin restricciones; a poner en el ciber espacio, y para todo el que lo quiera leer, lo que le venga en gana. Y en general eso va unido indefectiblemente a una cierta consideración por sí mismo, llámese ego. Pero ¿quién dijo que eso era malo o criticable? La diferencia entre los que escriben un blog y los que no, es que los primeros se atreven, y los segundos quisieran atreverse. Y está la libertad, la enorme libertad para leerlos. Hay muchos que son publicitados hasta cuestionables límites y otros, humildes que son escritos para ser descubiertos, para ser de a poco desenrollados...
Yo no sé si el mío es de estos últimos, sólo sé que en general no se lo doy a nadie, y que cuando lo hago, suelo sufrir un poco, porque si lo doy, me gusta que me lo lean, nada me complica más que darlo a quien no lo va a leer.
Mi blog es de muchas letras, lo sé, y eso no se estila demasiado en blogger.
Quizá la gente escribe poco porque no le gusta escribir, y quiere figurar más bien, y por eso lo plagan de fotos, y pocas líneas. Quizá los bloggers consideran que la gente no gusta de leer y se censuran de antemano.
Lo que es a mí, me gusta escribir, media novedad. Me encanta hacerlo, y no sólo escribo en mi blog, como otros bloggers. El señor Correa de www.papelcero.blogspot.com me dijo que si no escribe se le ponen tembleques los dedos. Yo escribo porque no sirvo para nada más, me parece, sólo que hace un tiempo no más que lo asumo. Lo hago porque si no me muero, y lo hago porque además me gusta. Termino mi novela, y cada vez que puedo, escribo otras cosas, cuentos, y otras cosas que según yo, le vendrían de perillas a una revista o diario, claro que tendría que ser un diario o revista especial, como qué sé yo, el Noreste, o con ciertas restricciones, The Clinic.
En fin, escribo y leo, y hago que otros lean. Creo que ése es el trabajo más noble que pudiese obtener, y por ahí con el de Peñalolén, mi amigo Etxe (ex Nadie) a veces me voy en volada de hacer que otros lean mediante proyecto de fomento a la lectura, en distintos colegios, o donde sea. Ambos, Etxe y yo, amamos leer, aunque amamos lectura muy distintas, desde que lo conozco le he pasado diferentes autores, distintas escuelas y miradas, y eso es bueno, me gusta leer de todo un poco, no quedarme en lo que me gusta y me es fácil, mezclar, por ejemplo, algo de Hahn, el grande Oscar Hahn que quiero para mi cumpleaños, otro poco de Auster, y bueno, Quiroga que fue el gran aporte de mi parte al de Peñalolén (que aún no sé qué significa en mapudungún). Recuerdo que cuando se lo pasé, a los pocos días le dije “aún estoy salpicada de sangre” obviamente en referencia a ese cuento espeluznante, La gallina, y él aún no leía aquello, y de pronto, días después, y sin venir (literalmente) a cuento, me tiró la sangre de vuelta en mi cara, entre enojado, asqueado y conmovido por la mala suerte de los Messi...
Considero que Quiroga es el más grande maestro en cuanto al cuento latinoamericano. Sí, Borges, sí, sí, sí, Cortázar también (joder, cómo nos ganan los argentinos, no sólo en fútbol). Pero Quiroga lleva consigo la cinta de la inauguración, él cortó la cinta y huyó con las tijeras, se metió en medio de la selva y sus bichos, pasó el Misiones y ya no pudo ser alcanzado. El resto se quedó pegado a la urbe, se volvieron tristemente citadinos, lamentablemente grises, laberínticos y eruditos, se enredaron en ciudades más lejanas aún y cada vez más latinas, enredándose esencialmente con lo que somos antes de ser lo que no somos... y ahí tenemos, bueno, los cuentos de este lado del mundo. Pero no olvidar que Quiroga fue primero, eso no olvidarlo nunca, y por sobre todo, no olvidar ese Decálogo del buen cuentista, que aún espero de vuelta, que me lo mande el de Peñalolén a mi casa (debe de tener mi dirección, supongo).
Grande Quiroga, grande. Yo lo pongo al lado de Chéjov y hasta ahí no más me llega el ego, hasta ahí no más me llega el lenguaje, porque lo de ellos no es lenguaje más o lenguaje menos, es lenguaje cómo, y el cómo de estos dos, es simplemente genial.
Y además, otro mérito, que, hasta donde sé, ni Borges ni Cortázar. Quiroga, Horacio Quiroga se dedicó también a los niños, y eso lo ennoblece muchísimo. Escribir para niños no es fácil, se los digo yo, que lo he intentado, y la única forma de lograrlo con éxito es hacerlo de la mano, de la pequeña mano de un pequeño. Aún escucho a mi Amaranta gritando “¡ni nunca pasarán!” a los tigres que querían pasar por sobre las rayas del Yabebirí para ultimar al hombre que las había defendido, o a mi hijo conmovido por la ceguera de la gamita, la que gustaba de comer cigarros de la mano del hombre que vivía en la selva... los cuentos para niños y los de la selva están llenos de ternura y no poca adrenalina, en general retratan un mundo difícil, complicado, lleno de peligro y de muerte, muerte natural, salvaje, sin maquillaje. Y está visto que a los niños lo natural y salvaje les encanta.
¿Será acaso que al ser madre de un pequeño lector, de pronto me intereso mucho más en la literatura infantil? Ya escribí de Andersen y su dulcísimo Patito Feo, y de los Grimm y sus delirantes Cuentos de niños y del hogar, que vuelvo a recomendar, en especial los Grimm para reírse a mandíbula batiente (el del cuerno, el sombrero de tres puntas y la trompeta, es simplemente genial).
Yo creo que es más simple, mucho más simple, lo mío. Simplemente Quiroga es genial, y lo es porque, aparte de escribir esos cuentos desgarrados, que a uno lo dejan resentido por meses e incluso años luego de leerlos, donde retrata su profundidad adulta, también tuvo el genio, el duende de escribir para los pequeños, los que de seguro, cuando grandes habrían de leer la tragedia de los Messi, y quedarían, como yo, y para el fin de sus días, salpicados de esa sangre inocente.

Y colorín colorado, esto no se ha acabado, pero por hoy, por hoy les dejo.

Agur.

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