domingo, febrero 04, 2007

un abrazo desde El Abrazo


Escribí de mi barrio hace mucho tiempo atrás (Ella vive en el Abrazo). Creo que no lo puse en mi blog, y no sé si lo ponga algún día. Entre otras cosas, yo estaba muy feliz de vivir acá, porque venía de otro barrio cercano donde la apariencia, y sobre todo el aparentar eran una norma pesada de no seguir. He dicho en varias ocasiones que me parezco a mi padre, y es cierto. De él, de ese hombre maravilloso, heredé esa actitud despreocupada por lo que piensen de mí los demás, si siento que estoy yo en lo correcto, no me rebajo a darle el gusto a las normas impuestas por los ojos temerosos de otros. Si me dan ganas de cantar, canto a todo pulmón, por la calle, feliz, o triste, pero canto y el canto me eleva y me hace más alegría la alegría y menos pena la pena. Si me dan ganas de ayudar a alguien por ayudarlo (en el metro con sus maletas, en la calle con sus bolsas de la feria, por ejemplo) lo hago y punto. Eso descoloca enormemente a la gente, al menos a la gente de donde yo estaba viviendo. Era gente buena onda pero en extremo chilenas, es decir en extremo reprimidas. El qué dirán era más importante a veces que lo que les dice el corazón que hay que hacer. Mi paso por ese barrio anterior dejó a varias amigas, que me valoran muchísimo justamente por esta maldita espontaneidad mía. Les alegraba el día con mis ocurrencias. Ellas a mí me alegran todavía el alma, de recibirme en condiciones extrañas, y siempre acogerme, siempre, siempre. Jamás me han dicho "no" a ninguno de mis extraños favores.

Pues bueno, llegué a este barrio y encontré que el aire se des-complicaba mucho, pasando la barrera de los 18.000 y llegando a los 16.500 km. Desde o hacia no sé bien dónde. Cuatro diablos (cuatro espíritus más bien, pero no vamos a discutir acá de esto), dicen. En mapuduzún, obvio.
Casi llegando a mi nuevo barrio, una noche iba caminando por la calle, jueves o viernes, pleno verano. En la calle, una casa con las puertas del patio abiertas y un grupo musical de cabros jóvenes ensayando temas tropiclásicos, onda el Galeón Español, o Raquel (vení Raquel te vas a divertir...). El manso ni que carrete. Tremenda fiesta. La música sonaba bien, entusiasta. La gente de la cuadra no sólo no estaba molesta con "los ruidos molestos", estaba encantada. Un par de parejas se puso a bailar en medio de la calle. Los cabros miraban todo esto y lo encontraban genial, normal pero genial, y más le ponían azúcar y sabooor. Me dije para mí, esto no me lo cree nadie si lo cuento, así que mejor no lo contaba.

Acá me he pillado a muchos que como yo, les da por cantar en la calle, a todo pulmón, la canción que les eleva el alma. Andan así, a veces susurrando y otras a todo pulmón, pero andan. Yo cuando salgo a comprar me voy con la canción en los labios y no paro de cantar mientras me atienden. Mi alma necesita cantar, aunque yo cante como el culo y no tenga oído y todo eso que me dijeron alguna vez algunos profesores de música. Mi alma no entiende eso, necesita cantar igual.

Bueno, pero falta la misa. La misa en el Abrazo o en San Juan (yo estoy en medio de ambas villas, pero considero que todo esto es el Abrazo, simple y llanamente, todo es un solo abrazo para mí) es una cosa aparte. He estado en muchas parroquias y en todas se respira más o menos lo mismo, un sentido de comunidad y pertenencia, de ser parte de, una buena onda en Cristo. Las manos tomadas, todas las manos, de todos con todos en el Padrenuestro. Sí. A eso voy yo a misa, también. A ser parte de. Y a cantar, a elevar mi alma, a elevar mi canto hacia el Señor.

Ah, pero falta lo mejor. En el Abrazo el salmo se canta. Se canta, el coro, todos nosotros, y la letra del salmista (que fue hecha justamente para ser cantada), por una muchacha o a veces un señor. El salmo, que en otras misas es un trámite, acá se canta. La muchacha de hoy elevó su alma al señor diciendo esas cosas tan bonitas que alguna vez y en otra lengua, cantó David. Los pelos se me paran, es una experiencia realmente religiosa. Preciosa, la voz de la muchacha. Preciosa, su entrega a su alabanza. Precioso todo, entero.

En San Juan cantaba un muchacho, que ni idea si aún sigue, porque hace mucho que no voy a misa en San Juan. Un pobre pajarito que si ustedes lo ven, no le dan el menor mérito. A lo más se lo hubiesen quedado mirando por el mechón verde, y los piercings en la oreja y la nariz. Pero tenía el aplomo de ponerse frente a todos y elevar su alma al Señor, también. Y le cantaba esos cánticos que fueron hechos hace tanto ya, y que increíblemente no pierden su sentido todavía, y yo creo que jamás lo van a perder. Por supuesto, también cantaba hermoso. Cantaba con toda su alma ahí, para alabar a Dios, simple y llanamente. No se preocupaba de cantar bonito, aunque lo hacía bonito igual. Se preocupaba de cantarle al Señor.

La misa de Ramos, es tremenda. En esa ocasión el que canta el salmo es otro, es un hombre ya maduro, que canta aquello de que puede contar cada uno de sus huesos por tanto dolor infringido, y a uno se le corren las lágrimas. No hablo sólo de mí, hablo de que a todos se nos corren las lágrimas ("Oh, Señor, ¿por qué me has abandonado?"), a todos los que estamos ahí para decir Hosanna ese día con los ramos en las manos.

Me siento tan bacán, tan macanuda de vivir en este barrio en esas ocasiones.

Es cierto que he hablado mal del barrio muchas veces, es cierto eso. Que a veces me quiero ir, es cierto. No voy a caer en el mal gusto de escribirles acá las cosas que me hacen querer irme. Pero vuelvo, una y otra vez a recordar el poemazo de Redolés, Bello Barrio: Acá nadie discrimina a los homosexuales porque todos somos homosexuales, acá nadie discrimina a los comunistas porque todos somos comunistas, acá nadie discrimina a las mujeres porque todos somos mujeres. No me sé el orden y por supuesto no me lo sé de memoria. Que me perdone Mauricio Redolés.

Pero el Abrazo es un bello barrio, acá nadie discrimina a los que cantan para elevar su alma, porque acá todos cantamos para elevar el alma. Eso es bastante, es suficiente para mí por hoy.

Y si quieren venir a la misa del Abrazo y abrazarme ahí, pues bienvenidos. En verano estamos complicados de cura, pero se supone que es a las diez a.m., los domingos. En calle Egipto, a un par de cuadras de camino a los cuatro espíritus. Ojalá vinieran, los echo de menos a todos en el momento de dar la paz. Se las mando igual a todos, a todos los que me leen y los que no. Y rezo por ustedes, más que por mí. Yo ya no le pido casi a Él para mí. Le pido por cada uno de ustedes. Por la que está en Francia jugándosela por el amor. Por el de Peñalolén, no sólo en misa, sino a cada rato. Por mi vecina mormona, que la está pasando tan re mal. Por la bella psicóloga que está a cargo del personal de tremendo hospital. Por mi amigo rockero, para que su CD le salga y salga todo ok, que las puertas se le abran. Por la actriz que me lee en este minuto, para que se haga amiga de su tristeza, como antes pero no igual, que la invite a tomar el té, la reciba, le cuente sus novedades (la tristeza necesita tanto saber de ti, te acompañó tantos años, no la puedes despedir así sin más). Por el Eo, para que publique ese libro de cuentos (o la novela) sci-fi de una buena vez, y para que lo dejen tener vacaciones-vacaciones. Por la Pom, porque sí, porque siempre pido por la Pom. Por el Migue, su marido, para que lo descubran y lo descubramos todo en la pantalla chica, porque se lo merece, porque lo hace bien, porque lo necesita para taparle la boca a tanta gente mala leche. Por todos mis amigos, por todos incluso aquellos que acá no nombro, incluido el señor M., mi querido y deconocido-conocido señor M. Y por mi Anto querido y requetecontra querido, mi más fiel de los fieles.

Yo ya no rezo para pedir, yo rezo para dar las gracias. Tengo a todos mis amigos rezando por mí. Tengo a todos los monos rezando. Por eso, también doy las gracias al Pulento. Así que si leen esto, por favor, de verdad recen por mí. Como sea que sea que usteden recen, le llamen "mandar buenas vibras" o como sea. Recen por mí, de verdad y por favor, porque mi milagro está a la vuelta de la esquina y ustedes son parte del milagro.

Desde el Abrazo, les mando un tremendo abrazo a todos.

Y bienvenida, señorita actriz, muy bienvenida, y gracias por leerme. Y hace mucho tiempo bienvenido señor M. Muchas gracias por leerme, todos.

No hay comentarios: