miércoles, marzo 29, 2006

andersen y los hermanos grimm

creo que el año pasado se celebraba en todo el mundo el año de Hans Christian Andersen, y quizá aún se celebre, no tengo idea.
en mi casa había un libro de Andersen, los Cuentos humorísticos y sentimentales, catalogado por mi madre como "muy fome". el año pasado lo rescaté de su muerte segura, y lo empecé a leer para mi hijo, que por alguna razón estaba en cama, supongo que enfermo. bueno, ambos, mi hijo y yo, quedamos prendados de Andersen. nos fuimos devorando, cuento tras cuento en una seguidilla de noches, ya sin la excusa de la enfermedad, casi todo el libro. El patito feo, en su versión original, es un poema, les aseguro. Andersen tiene una prosa tan bonita, tan cuidadosamente limpia y trasparente, y tan inspirada por motivaciones elevadas, que el concepto de "clásico" a una se le graba en la memoria de una vez para siempre. mi hijo, como todos los niños, había leído cuando más pequeño una versión de El patito feo, pero para niños que se inician en la lectura (de hecho, se la sabía entera de memoria), sin embargo, me confesó ayer (porque ayer la volvió a leer) que era mucho más bonita la de Andersen. él, que vive diferenciando entre "el original" y "el alternativo" entre los juegos de cartas, juguetes y cuanta cosa se le cruza por delante, entendió de inmediato cuando yo le repliqué "ah, es que ése es el valor del original".
El soldadito de plomo, La vendedora de cerillas, La hija del rey de la ciénaga... Andersen lo deja a una con la sensación limpia de cuando uno lee algo bien escrito, pero por sobre todo, bueno. apuesto a que pocos de los que visitan este blog lo han leido a Andersen, directamente y sin adaptaciones.
y ahora vamos por los hermanos Grimm... lo saqué en la Biblioteca Central, a nombre de él (mi hijo sólo dijo "que tenga muchos cuentos, ojalá, mami, y que sea para niños). apenas le he leido muy poco, pero ya sé que ahí están los clásicos Caperucita roja, Rapunzel, La Cenicienta en sus versiones originales, muchas veces mucho más brutales y sangrientas que las versiones descafeinadas que salen al mercado en formato cuento o película Disney (hay que ver lo que las hermanastras de Cenicienta hacían para que el zapatito bendito les entrara, y el cantito que las palomas entonaban...).
en fin, versiones con toda la frescura y crudeza del original. aunque no lo crean, ya que estoy enfrascada escribiendo una novela no muy santa, ambos autores son recomendables de revisitar, más que nada para sacudirse del mal mito que los clásicos son fomes. mi favorito sigue siendo Andersen, antes que los hermanos Grimm, pero cada cual juzga como quiera.
mejor aún, que juzguen los niños, que para ellos fue escrito.
y colorín, colorado...

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