viernes, marzo 10, 2006

mi hermana, mi sobrina, yo

Cuando éramos chicas, digamos más o menos, de la edad que ahora tiene mi sobrina (catorce), mi hermana y yo nos cagábamos de la risa del mundo y sus leyes lógicas. Era un juego en el que le asignábamos vida a cada cosa que veíamos en la casa. Fue por esa época en que terminé por convencerme que los vasos no se caían y rompían: se suicidaban. Una vez acababa de romperse uno, y mi madre entró a la cocina a retarnos (mi hermana estaba acomodando loza en una repisa alta cuando el suicida aprovechó de saltar). Ella, mi hermana, no tuvo ningún empacho en declararle a mi madre:
- Mamá, es obvio que el vaso se suicidó.
Mi madre, pobre de ella, no sólo me tenía a mí de hija, sino también a mis hermanos, ninguno muy normal, todos enfermos de creativos, suspiró resignada retirándose de la cocina, mientras yo secundaba a mi hermana diciendo:
- Hace días que se le veía muy deprimido, al vaso.

Para qué decir de los cepillos de dientes. Mi hermana fue la primera en notarlo: entre ellos, conversan a hurtadillas cuando nadie los está mirando. Es verdad, fíjense cuando entren al baño, cómo disimulan, y hacen que miran para otro lado. A veces se enojan entre ellos, y no están disimulando, es que no se hablan hace días. Cuando no, se enamoran, y pasan el día besándose y acariándose. Era tristísimo ver cuando uno era desechado en el bote de la basura, frente a sus compañeros, y era reesmplazado por uno nuevo, por lo general altanero y poco conversador.
Mi hermana creció y casi nunca más jugó conmigo esos juegos. Ahora los juego con su hija, mi sobrina, y para peor (o para mejor) lo hacemos muchas veces íntegramente en inglés. Mi sobrina sabe jugar muy bien el juego del absurdo en serio. Hay todo un tema con el piso, poor thing, que está enamorado del cuadro de su repisa que inexplicablemente siempre se cae y termina besándolo (besando al piso, se entiende). Pobre piso, tan pisoteado.
Sospecho que mi sobrina no va a perder esta forma de creatividad, sospecho que ella va a escoger alguna forma de arte como camino vocacional, lo espero de todo corazòn, porque ella dibuja con verdadero talento, y podría también ser actriz, o diseñadora de modas porque lo que se pone encima cuando se pone a hacer desfiles de modas, suele ser muy la moda del futuro o quizá del presente en Milano o New York. Capaz que termine siendo escritora también, y si lo es, con mis libros ya publicados, mi sobrina tenga un poco más de facilidad en este camino. Claro que para eso debe de leer un poco más, leer con pasión y sin vergüenza.
Con mi sobrina la paso realmente muy bien, asumiendo que es muy chica aún y yo no pienso madurar en ciertos aspectos lúdicos de mi existir, porque ser señora de treinta y cinco en este país es algo muy fome, cansadoramente fome a ratos.
Luego les cuento más cosas de estos juegos, sobre todo de las cucharitas, que son abducidas por extrañas fuerzas en casi todas las casas (supongo que han notado ya que suelen ir desapareciendo misteriosamente). Les dejo, tengo poco tiempo.
(Nadie. No tengas celos del Anto, más bien debiera ser al revés, él debiera de envidiar la capacidad que tienes de poder verme en persona. Yo a ti te adoro, y lo sabes. No hagas pataletas.)
Adeu

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